domingo, 11 de diciembre de 2011

Cafés entre recuerdos

Siempre que podemos, tomamos café mi mejor amiga y yo.
Sabemos como podemos empezar la conversación del día, con lo que vivimos el día o la noche anterior, con lo que nos ha pasado o nos ha dejado de pasar... pero es inesperado el final de cada charla.
Desde hace un tiempo, siempre terminamos hundiéndonos en los recuerdos vividos, por ella, por mi, o por las dos.
Ayer tocó rememorar los viajes de estudios, que si me tocó dormir con una tía que no aguanto, lo difícil que es encontrar baberos en Londres, que si las cortinas en París se inflaman con poco, etc... No me acuerdo como empezamos la conversación, pero si puedo decir, sin miedo a equivocarme, que terminamos riéndonos y es más, ella reconoce que terminó marchándose a su casa partiéndose por la calle.
Hoy ha cambiado el tercio de nuestra charla. Primero las novedades, como siempre... que si ayer me reí con un grupo de amigas que hacía tiempo que no veía, que si yo vi el clásico con un desconocido que huyó despavorido después de que terminara el partido... Otras risas más. Después, han vuelto a venir a nosotras los recuerdos, y qué recuerdos! He terminado sacando fotos... y qué fotos!
He rememorado lo que era tocar una tableta de chocolate perfectamente esculpida en el cuerpo de semejante maromo. También las pestañas que casi arañaban de aquel que no tenía los ojos azules,sino verdes. Uffff...
Y he terminado con la pregunta que ya me hacía en ese momento y que a día de hoy vuelve a mi... ¿porqué yo? y ¿cómo es posible que yo terminara liada con esos dos pedazos de hombres????... y la respuesta, es más fácil de lo que nadie pudiera pensar... porque soy yo, con mis defectos y mis virtudes, pero sigo siendo yo, y con eso es suficiente.
Desde hace un tiempo a esta parte siempre sale el "cabrón más grande de la historia"(como voy a llamarlo a partir de ahora). Hablamos de sus defectos, nunca de sus virtudes, porque entre otras cosas pocas virtudes puede tener este tipo de personajes, tan ufanos de sí mismos, tan hipócritas, tan creídos, tan... tantas cosas que podría tirarme así todo un día, y que no se merecen ni un segundo del tiempo de nadie.
Nosotras nos reímos con cosas que nadie más entiende. Sólo nosotras sabemos porqué sonreímos con oír la palabra "lista", o porque se agrandan nuestros ojos cuando escuchamos determinados nombres propios. Es algo nuestro, de nosotras dos, que tampoco queremos que sea de nadie más... Todo ello, se queda entre los cafés y los recuerdos.
Desde hace mucho tiempo tengo claro una cosa, amigos se pueden contar con los dedos, conocidos miles, de diferentes categorías, más o menos allegados, pero mejor amigo UNO, en este caso UNA.
El mejor amigo, no te va a juzgar por nada que le cuentes, aunque sabes que perfectamente podría hacerlo, ya que tú mismo te reprochas lo hecho. Puedes llamarlo a las 2 de la mañana un miércoles hecha polvo, que si se tercia, recorre todos los kilómetros necesarios para que puedas llorar sobre su hombro y que te desahogues entre botes de cerveza. Te da consejos, que normalmente te tomas en serio, no como los que te da tu madre. El mejor amigo es el que entra, cuando el resto del mundo sale.
Los momentos del café son los mejores del día... aunque la noche anterior hayas tenido un ligue que te haya hecho llegar a alcanzar el cielo con los dedos, yo no lo cambio por esas tardes de cafés y recuerdos.

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